lunes, 23 de febrero de 2009

Hoy... es... 23... de... Febrero... 23... (I)



Oh Dios mío, oh, oh, oh!

¡Noooo!

¡Hoy es día 23!
Como todo el mundo sabe el 23 es un número primo, que va después del 22 y antes del 24; que es un número tan maligno que incluso, que incluso, el mismísimo Dios, si existiera, lo temería.
Desde hace algunos años, el 23 va ligado con el infortunio y la felicidad a partes iguales.
Hay muchas leyendas que surcan el número 23, y es mi deber informaros de un suceso que aconteció un día como hoy, y que voy a relatar a continuación:

Hace algunos meses, tal vez años, un amigo y yo discutíamos sobre lo malo que es el número 23 y lo que tiene en común con la filosofía del Renacimiento y del Quattrocento en Italia. La conversación se iba acalorando más y más, incluso el camarero del café en el que nos encontrábamos se paraba a intentar escuchar de refilón.

De pronto la cara de mi compañero dibujó una dura mirada. Parecía muy nervioso por lo que iba a contarme a continuación; incluso bajó la voz a un nivel que apenas podía llegar a escuchar. Lo que me dijo fue lo siguiente:

Como algunos de los visitantes sabrán, el veintitrés es el número de Michael Jordan el exjugador de baloncesto afroamericano, que es conocido por todos.

En una idea de márketing sorprendente, los fabricantes de unas zapatillas de deporte eligió a Michael Jordan como patrocinador de este nuevo producto. Se llamaban las número veintitrés. "Si tienes unas zapatillas como éstas, serás tan bueno como Jordan" dijeron los anuncios.
La población norteamericana enloqueció con esta noticia y las tiendas de zapatos hicieron su agosto gracias a ellas.

Pero no todo iba a ser un camino de rosas, las revueltas sociales no tardaron en aparecer. Todos querían estas zapatillas mágicas que te daban la capacidad de juego de Jordan sin necesidad de hacer nada más. Miles de casos de robos a mano armada y varios asesinatos fueron los resultados de las revueltas, nadie se quería quedar sin ellas.
Rápidamente las zapatillas restantes fueron retiradas, pero el daño ya estaba hecho. A partir de ahí, el número 23 fue conocido como el peor de todas las cifras.

"Ni de coña" Fue mi respuesta. Pero lo único que quería era convencerme a mí mismo; estaba completamente seguro de que aquello no era una historia inventada. Aún no estaba del todo repuesto cuando una serie de datos cayó en mi mente. Le mandé a callar al instante para que escuchase mi relato: el 23 del jugador de baloncesto no era lo único que llevaba la desgracia a su paso.

"Yo tengo varias historias del 23..." Dije nuevamente, algo ronco por la frialdad del bourbon que estaba en mi vaso.

Una fría noche del 15 de marzo del año 44 a.C., Cayo Julio César, el líder militar y político de la Antigua Roma, andaba por los lúgrubes pasillos de su construcción. El aire soplaba frío aquella mañana, y el rocío se acumulaba en las hojas verdes de los árboles. La luz el alba asomaba en el horizonte, Julio César fue recorrido por un extraño miedo y nerviosismo.

Por suerte nada digno de recordar sucedió; al menos hasta que fue convocado por sus senadores en el Teatro de Pompeya. Con paso firme avanzó hacia su destino, sin saber lo que le ocurriría.
Una vez allí, fue asesinado por sus senadores y su hijo Bruto y...

"Bonita clase de historia tío, pero se sale del tema" Me cortó de forma descortés.

"Espera a que termine joven Padawan. Lo que no conoces tú es la forma en la que lo mataron..."

"Apuñalado..."

"¿Pero cuantas veces fue apuñalado?"

La respuesta era más que obvia... Julio César fue apuñalado nada más y nada menos que 23 veces. 23.




Se volvía a repetir la misma historia. El veinitrés iba acompañado de terror y pavor. El café no fue abandonado por nosotros hasta la noche cerrada. Y lo de Michael Jordan y Julio César no fue lo único abordado... Continuará con Hoy... es... 23... de... Febrero... 23... (II)

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