En la calle llueve, como siempre en estas fechas y hace un frío de perros. Te paras en el único sitio que ves abierto: "Hostal Tokio", parece peligroso y huele algo mal, pero te adentras en su interior. En la penumbra, comienzas a vislumbrar cientos de horrores, pero ya no puedes salir; estás dentro. Bienvenido al Hostal Tokio.
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